LA VISIÓN Y SU CARENCIA

mategar@yahoo.com

El 9 de octubre se celebró el día mundial de la visión, por ello he querido hoy adentrarme en el mundo de las personas que carecen de ella o presentan dificultades en esa área importante de su vida.

Para ser objetiva en este empeño quiero compartir con ustedes algo extremadamente importante y que resulta esencial en el conocimiento de las personas con discapacidad visual: no son ni mejores, ni peores que los videntes, solamente presentan algunas cualidades y características diferentes. Por tanto, cuando nos relacionamos con los mismos no debemos tratar de ayudar a superar sus dificultades como ciegos en el mundo de los videntes, no es tratar de acercarlos al “patrón normal”, sino reconocerlo y tratarlo como un ser humano que tiene algunas características peculiares en su modo de recibir la información y de interrelacionarse con el mundo. Su desarrollo psicológico es peculiar, puede ir por algunos caminos diferentes, pero que se asemejan más a los videntes porque ese desarrollo se rige por similares leyes y regularidades.

Carecer de visión o tenerla en menor medida:

Las dificultades visuales influyen en la vida de las personas en diferentes aspectos (físicos, emocionales, sociales, etc.) y pueden dificultar la adquisición de aprendizajes e implican el desarrollo de patrones sensoriales compensatorios, sin embargo, lo más importante es el tratamiento social que se les ha dado, ya que ha sido a partir de prejuicios, creencias, estereotipos, discriminaciones, lo que se ha revertido en una conformación psicológica de la persona invidente. Ello resulta un estereotipo mental que cae en ocasiones en lo irracional, de que la persona con discapacidad visual es un sujeto inútil, con absoluta dependencia, sólo apto para realizar labores sencillas y en ocasiones sólo trabajos manuales o donde entre en juego el oído, como la música.

A ello se añaden creencias erróneas, entre las que se puede mencionar: todo ciego no ve nada (haciendo caso omiso a los restos visuales que pueden poseer); no se pueden desplazar de forma autónoma (lo que hacen perfectamente después de pasar una pequeña rehabilitación y conocer el uso del bastón) ; solo se comunican por el sistema braille (pueden comunicarse perfectamente oralmente sin ninguna dificultad); tienen un sexto sentido (característica que se les atribuye al desarrollo de sus otros sentidos erróneamente); no pueden realizar trabajos “normales”(muchos de ellos realizan trabajos con un nivel de dificultad apreciable, mejor en ocasiones a los videntes); no se pueden valer por ellos mismos (creencia muy difundida, sin embargo, la mayoría lleva una vida más que “normal”); no deben usar sus restos visuales porque se deterioran (todo lo contrario). Siendo todo ello falso y equivocado, como pueden apreciar.

Lo que le ocurre a la persona ciega es que vive en un mundo desprovisto de visión, luz, color, y la de baja visión presenta dificultades al realizar un análisis de sombras, contornos, colores y movimientos; pueden distorsionar la percepción, lo que los lleva a una interpretación errónea de la realidad, pero esto solo en algunos casos y compensable con un buen y adecuado entrenamiento.

Ambos tipos de personas pueden compensar la dificultad visual a través de patrones auditivos, olfativos, hápticos (movimiento activo) y térmicos

En general se debe recalcar que resulta necesario en todos los casos ejercitar y estimular eficientemente otros órganos sensoriales, es decir, se trata de enseñar a la persona con discapacidad visual a conocer, percibir y representarse el mundo usando otros canales de entradas de información, para evitar dificultades secundarias. Por ello se debe ejercitar el tacto-kinestésico; la audición, el olfato y el gusto.

Mucho habría que explicar al respecto, sin embargo, el espacio no lo permite, baste decir que con un tratamiento como persona común y estimulación especifica de sus órganos sensoriales intactos, así como la posibilidad de utilizar la vista con los restos visuales que posea, estamos ayudando a que se sientan estimulados e integrados a la sociedad.

Todos podemos ayudarlos, ¿por qué no?, nos queda reflexionar acerca de cómo tratarlos en la vida cotidiana, eso lo veremos en próximos contactos.

¡Y hasta la próxima!

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