Realidad vs realidad

Los analistas republicanos y de derecha e izquierda, hacen sus grandes conclusiones en profundizar sus puntos de vistas en las realidades contemporáneos de la realidad chilena, pero no pasan más allá de los hechos, o sea, cambiar y dar paso a la realidad. Estos se quedan estancados en el análisis.

La prensa escrita, radios y participaciones de internet en sus diversas plataformas, dan análisis por doquier y es bueno y necesario. Eso es practicar la democracia. Pero continua el abismo entre teoría y praxis. Nada se resuelve y se continúan con los inconclusos análisis que ya todo el mundo poco menos ideológico partidista está esperando. Ver esa realidad que esquivamente nadie ve y por eso la crítica generalizada no se hace esperar.

Demás esta decir, que no comparto un ápice los detractores e insolentes que protagonizan con o sin justa razón, cuando creen que diciendo garabatos se solucionaran los problemas cuando se enfrentan a políticos de las tiendas que sean. Hay métodos y formas para decir las cosas. Es ciertos que unos son más letrados, educados y tienen más facilidad de palabras para expresar lo que desean decir, pero de ahí al garabato fuerte, al insulto usando este como pretexto o forma de resentidamente buscar una solución, nunca lo lograran.

En todo caso la tendencia de esta forma de expresar opiniones se hace notar incluso en periodistas que han alcanzado un nivel de popularidad la plantear o inquisitivamente cuestionar a los políticos actuales no importante a que partido representen, como es el caso de Julio Cesar Rodríguez. Quien hace cuestionamientos a sus entrevistados ya sea en radio, TV o redes sociales que son las tendencias manifiestas en la actualidad. Usar un lenguaje soez, no le da categoría a un individuo supuestamente bien preparado educacionalmente.

Esta tendencia al insulto, que se ha generalizado al punto que hasta mozalbetes de una edad prematura usa un lenguaje insolente y después todos se extrañan del actuar de estos cuando están en clases escolares y posteriormente en estudios secundario que es ahí donde está un destapadero o semillero de jóvenes que poco contribuyen al deambular político futuro que es y son los futuros representantes de las grandes masas de gente que busca en cada gobierno un cambio a las políticas usuales y sistemáticamente impulsadas por la derecha y raras veces por una izquierda mediatizada entre un nuevo o viejo proyecto político para el país.

Con esta descripción se refleja la misma pandemia política entre análisis de realidad y realidad concreta que todos esperamos, pero con mucha facilidad para fusilar a los que cada uno democráticamente votó. Nadie propone planteamientos concretos en forma escrita, nadie acorrala a los diputados, senadores, alcaldes, concejales, dejo a un lado al presidente porque este es atacado de todas formas y por todos lados cuando él y su gobierno no implementan acuerdos expresados en campañas. Eso sí, hay formas u formas. En la educación, implementar por medio del Ministerio de Educación mejores programas educacionales e impulsar una fuerte educación de moral, donde el garabato y el insulto deje de ser una cultura idiomática. En lo político, ojalá los analistas no se queden solo con el profundo análisis de una realidad nacional y propongan una forma de enfrentar este análisis a una realidad.

El rol de la gente no solo debe ser una crítica parcelada llena de insultos donde los canales de TV fundamentalmente creen que dándole publicidad barata a estos encontrones entre ciudadanos y políticos son la solución inmediata a la crisis social que vivimos. El ciudadano tiene el deber y el derecho de manifestarse personalmente con un escrito a su representante, sea este del cargo público que sustente. Así podrá enrostrarle públicamente que no cumplió con lo prometido. Sino lo hace, estos justifican así su comportamiento público de representarlos y representar los cambios políticos que cada comuna, región y país necesita.

¿Quiere practicar y ser demócrata, hágalo con honestidad y con valor, Chile se lo agradecerá? Tener una filia política o una militancia no es daño ni un error o sentirse atacado por otros. Es un deber ciudadano y democrático ser partícipe de los cambios que políticamente un país necesita.

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