El Síndrome de Burnout: una amenaza silenciosa en el Servicio de Ayuda a Domicilio en Andalucía

Escribe David Eleazar Ramírez Carmona*

El Síndrome de Burnout, también llamado síndrome del trabajador quemado, es un problema cada vez más visible en el mundo laboral. Se trata de un trastorno psicosocial ligado al estrés crónico en el trabajo, cuando las exigencias superan los recursos emocionales, físicos y sociales de la persona trabajadora. No es un simple cansancio, sino un estado de agotamiento profundo que afecta la motivación, el desempeño y la salud mental.Desde que Herbert Freudenberger lo describió en 1974 y Christina Maslach lo definió en los años 80, este fenómeno ha sido objeto de cientos de estudios. La OMS lo reconoce hoy en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) como un “fenómeno ocupacional”, consecuencia del estrés laboral no gestionado.

El panorama en España y Andalucía

Los datos son preocupantes:

En España, entre el 39% y el 45% de los trabajadores muestran síntomas compatibles con burnout. En Andalucía, los estudios sitúan la cifra en torno a 1 de cada 2 empleados.En el ámbito sanitario, casi el 40% del personal de enfermería del SAS presenta niveles elevados, cifra que se dispara en Unidades de Cuidados Intensivos.Pero más allá de hospitales y centros de salud, hay un sector especialmente vulnerable y poco visibilizado: el Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD).

El SAD, un pilar en riesgo

El SAD atiende a miles de personas mayores y dependientes a cargo en Andalucía, en la actualidad la vejez aumenta cada vez más por las estadísticas que indican que los usuarios son más longevos, siendo la opción preferida por casi la mitad de los usuarios en provincias como Málaga. Se trata de un servicio clave para garantizar la autonomía personal y el bienestar en el hogar.

Sin embargo, quienes sostienen este sistema, en su mayoría mujeres, trabajan en condiciones precarias: Contratos parciales y sueldos bajos (Nominas) Sobrecarga de tareas y tiempos insuficientes para los traslados.

Falta de reconocimiento social e institucional.

Escasa estabilidad laboral.

Estas dinámicas hacen del SAD un terreno fértil para el desarrollo del Burnout, aunque aún no existen estudios específicos que midan su incidencia en Andalucía.

Mirada internacional: la experiencia chilena

La situación no es exclusiva de España. Las Mutualidades como Asociación Chilena de seguridad (ACHS), MUTUAL DE SEGURIDAD y el INSTITUTO DE SEGURIDAD DEL TRABAJO (IST) ha revelado datos que evidencian tendencias similares: En los últimos 3 años, las enfermedades profesionales de salud mental han crecido más del 60%. El 67% de los casos se relaciona con violencia laboral (conflictos organizacionales, acoso, mal ambiente) y el 36 % con sobrecarga de trabajo.

El Termómetro de Salud Mental en las mutualidades u estudios de Universidades Chilenas detectó que 1 de cada 5 trabajadores ha estado expuesto a conductas ofensivas en el entorno laboral, lo que eleva el riesgo de Burnout.

En un hospital chileno, una encuesta conjunta con la ACHS mostró que el 80% del personal presentaba malestar psicológico por la sobrecarga, obligando incluso al cierre temporal de una unidad.

Los expertos de la ACHS coinciden en que el entorno laboral, más que las características individuales, es el factor decisivo. El conflicto de rol, la falta de autonomía y el bajo apoyo social son los principales detonantes.

Consecuencias y retos

El Burnout tiene efectos devastadores:

En las trabajadoras: ansiedad, insomnio, depresión, problemas físicos y desgaste emocional.

En el servicio: rotación de personal, ausentismo laboral y descenso en la calidad de la atención a los dependientes.

En la sociedad: mayores costes económicos y un debilitamiento del sistema de cuidados.

Propuestas de mejora

Expertos en salud laboral y Trabajo Social señalan que no basta con promover el autocuidado. Se necesitan cambios estructurales:

Lograr revisar los contratos y actualizar los montos definidos por el BOE el mínimo 1140€ y respetar las jornadas laborales y/o bolsa de horas extras.

Municipalización del SAD, para reducir la lógica mercantil y garantizar estabilidad.Ratios adecuados trabajador/beneficiario y tiempos de descanso entre servicios.

Apoyo psicológico y grupos de supervisión profesional para las trabajadoras.Programas de reconocimiento público y profesionalización del sector.

Creación de un Observatorio Andaluz del SAD que recopile datos, buenas prácticas y diseñe políticas preventivas.

Conclusión

El Síndrome de Burnout se ha convertido en una epidemia laboral silenciosa que golpea con fuerza a los sectores más esenciales y, a la vez, menos reconocidos: la sanidad y los cuidados.En Andalucía, el SAD enfrenta precariedad estructural; en Chile, la ACHS alerta de la violencia y sobrecarga como causas principales. La lección es clara: cuidar de quienes cuidan es una urgencia social. Sin cambios profundos, el riesgo es doble: trabajadores enfermos y servicios debilitados para quienes más los necesitan.

*David Eleazar Ramírez Carmona Trabajador Social Licenciado en Trabajo Social Colegiado

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